Amanda rodeaba la nueva hipernave SUROS admirando sus niveles planos y sus bordes afilados. Parecía sacada de la Edad de Oro.

Consultó las especificaciones en su tabla de datos y silbó. Con razón el hechicero quería deshacerse de ella. Demasiado buena para una nueva Luz.

Miró por encima de ambos hombros antes de meterse en la cabina de mando. No tenía autorización para despegar, pero no podía dejar pasar esta oportunidad.

Cuando encendió los motores, un Redjack cercano empezó a pitar en señal de alarma.

"No te preocupes, preciosa", le susurró amorosamente Amanda a la nave. "Estás en buenas manos".

"Pero antes", dijo mientras activaba los propulsores, "veamos de qué eres capaz".