Capítulo 6

Los tubos de Éter rechinaban.

Cuando el Cuervo regresó del terreno, la Araña se inclinaba en su trono, con la mano en la cabeza.

"Barón", Cuervo se dirigió al que tomaba por su benefactor. La Araña levantó la vista y, sin decir nada, le pidió que se acercara con un gesto. Al llegar al trono, Cuervo se arrodilló.

"¿De qué hablamos antes de que te fueras?". La pregunta retórica de la Araña cayó como un jarro de agua fría sobre Cuervo. No levantó la vista. Cuando empezó a responder, la Araña lo interrumpió.

"No se puede confiar en los guardianes", le recordó la Araña. "Pueden ser útiles y poderosos, pero no se puede confiar en ellos".

"Barón, yo creía…".

"¡No!", exclamó la Araña. "¡No pensaste! Si hubieras pensado, no te habrías expuesto…". La Araña reprimió su enfado y las palabras se volvieron un gruñido. Se reclinó en su trono. "Has cometido una estupidez".

Cuervo mantuvo la cabeza inclinada y los ojos fijos en el suelo. No dijo ni una palabra. Conocía la ira de la Araña, conocía su descontento y su furia. No tenía ninguna intención de lidiar con eso otra vez.

"Pero tal vez haya algo de…", la Araña dudó y eligió sus palabras cuidadosamente, "… sabiduría en tu desafío. Los guardianes son un recurso demasiado valioso como para malgastarlo, especialmente en asuntos que sobrepasan nuestra destreza".

Solo entonces, Cuervo alzó la vista de manera inquisitiva. Por un momento, sintió un humilde orgullo. Creyó que, quizá, ese acto de desafío hubiera conmovido a la Araña, y que así habría demostrado ser más que un útil portaluz.

La Araña extendió una mano. "Tengo una idea para… protegerte". La oferta parecía sincera, aunque la Araña se refería a proteger su inversión y no a Cuervo como persona. "Que venga Glint".

El Cuervo se mostró tenso, desvió la mirada, y luego pensó que no volvería a desafiarlo con tanta ligereza. Asintió y Glint apareció a su lado. El Espectro se aferró a Cuervo con nerviosismo y, luego, voló hacia la Araña.

"¿Qué necesita?", preguntó Glint.

Sin decir nada, la Araña cogió a Glint con una mano. Glint gritó y Cuervo se puso en pie rápidamente. Enseguida, las barracudas de arco de los guardias de la Araña lo rodearon. La Araña emitió un chasquido gutural y cogió una caja de herramientas. Herramientas para abrir las carcasas de los Espectros muertos, que también funcionan con los vivos.

"¿Qué estás haciendo?", preguntó Glint aterrorizado. Cuervo estaba congelado, ya había visto antes los castigos de la Araña, pero esto… Era su Espectro. En parte, Cuervo también pensaba que quizá podía estar malinterpretando la situación. Tenía la certeza de que la Araña nunca haría nada que lo perjudicara de forma permanente. Pero, cuando la Araña dejó a Glint paralizado con una herramienta puntiaguda, Cuervo perdió esa certeza.

"¡Alto!", gritó Cuervo gritó mientras la Araña encajaba una herramienta plana entre las placas de la carcasa de Glint. "¡No!".

Con un golpe seco, la Araña abrió una de las solapas. Luego, miró a Cuervo y cambió de herramienta.

"No te preocupes", dijo la Araña con una dulzura que fluyó como hielo por las venas de Cuervo. "Solo estoy haciendo unas modificaciones", dijo, encendiendo un soplete.

"Para protegerte mejor… del mundo".