Capítulo 17

"Sin honor, al final", dice el antiguo kell de los reyes con voz entrecortada. "Desleal y falso. La voluntad de tu hermana nos apartó de la gran máquina, Uldren Sov. Retó a los lobos por derecho de noble linaje. Pero tú… te escondes entre las sombras y la mugre. Te ocultas detrás de tus contusiones como un escoria".

"Tiene gracia que digas eso", dice Uldren con desdén. Es consciente de su tono despectivo, pero este ser despreciable se lo merece. ¿Qué ansiaba el kell de los reyes más que nada? Volver atrás. Más sirvientes. Más máquinas. Más del pasado. Uldren ve ahora que la extinción es solo el principio: que los huesos de aquello en lo que te conviertes pueden actuar de manera más poderosa que la carne de lo que dejas atrás.

"Fikrul".

Servidores destrozados y caídos muertos se vislumbran en montículos escarchados por el éter detrás de Fikrul. Avanza en silencio, imponente, horrible, con su tocado cuadriculando la luz del fuego en bloques de sombra y humo. Lleva dos dagas de choque.

"Somos los últimos de los nuestros", le dice Uldren al kell. "Mi hermana ya no está. Y tampoco la idea de tu gran máquina. ¿La diferencia entre nosotros?". Se inclina para sisear. "Mi hermana va a volver".

Con cuatro rápidos tajos, el arconte de los barones repudiados cercena al kell de los reyes. Uldren desgarra el sello de la Casa de los Reyes del cinturón del nuevo escoria y lo sostiene en alto a la vista de todos. "Los Reyes han muerto".

"Larga vida al rey", resuena el reverente rugido de Fikrul.