Capítulo 2

Una vez conocí a un hombre. Algunos dicen que era un monstruo, y, durante mucho tiempo, estuve de acuerdo con ellos. Me niego a honrarlo más con el poder que implican tales etiquetas. "Monstruo", "bestia", "otro". Terrores pensados para asustar, para debilitar, para controlar. No hay monstruos, solo seres destrozados e incomprendidos. Que siguen siendo aterradores, claro, pero son cognoscibles, conquistables, indignos del poder que tienen. Este hombre, vestido de negro y contrahecho por el peso de sus pecados, presumía de usar la esperanza como un arma, de ofrecerla como una muleta, de un faro que él veía como una falsa promesa. "Nada muere como la esperanza", decía. Y estaba en lo cierto. La pérdida de la esperanza duele como nada. Pero también sabía algo más… una verdad que no compartía con nadie, una verdad enturbiada por sus palabras y sus actos y la adusta amenaza de su presencia. ¿Y cuál era esa verdad?

Que la esperanza es eterna.

Puede que se desvanezca, puede que se pierda entre el dolor y el sufrimiento de la existencia. Pero siempre está ahí, en alguna parte. Oculta, quizá, a plena vista o muy lejos de cualquier mirada.

Este hombre que ansiaba el miedo, que infligía su maldición a todo aquel que encontraba, dominó una vez el juego a vida o muerte que se convertiría en tu campo de entrenamiento. Veros a ti y a otros guardianes imponeros sobre vuestros camaradas campeones de la Luz me recuerda la facilidad con la que se dice que él acababa con sus rivales. Pero tú no eres como él, nadie lo es. Ni Lord Shaxx, ni el comandante Zavala, ni ninguna de sus "sombras", ni la nueva raza que luce su título como si fuera un honor. "Dredgen" significa "abismo". Es una lengua antigua, ni humana ni de la colmena. Una magia olvidada, otra capa más de incertidumbre y miedo que arropan a un malnacido para consolarlo de sus pecados. No quiere decir "nada". Es algo vacío, como lo es su camino. Y mientras disfrutas de tus victorias y te entregas a los fuegos competitivos del Crisol, te pido que reflexiones una vez más sobre ti…

¿Disfrutas del desafío o del dolor que infliges a tus "enemigos"? ¿Te deleitas en la emoción de enfrentarte a tus iguales en combate, poniendo a prueba los límites de tu poder? ¿O te regocijas con el placer de doblegar su espíritu?

Reflexiona sobre las respuestas que encuentres. Búscate en la verdad de tus obras. ¿Eres un héroe o un conquistador? Uno puede valerse del otro, pero no al revés.

Por si te sirve de algo, veo a ambos en ti.

—S.