Capítulo 7

"Comandante Zavala, qué sorpresa volver a verte. O lo que queda de ti", dice la reina Mara Sov con mordaz elegancia mientras desembarcamos y abordamos el Leviatán. "Creía que habías muerto".

"Parte de mí lo hizo. Me alegra haberte encontrado", dice.

"Necesitamos todos los aliados que podamos encontrar. Y veo que traes a las hermanas Bray".

Hago una reverencia. "Un placer, majestad". En el tiempo que pasé con ella, antes de que todo se viniera abajo, aprendí que a la reina le gustan las formalidades.

Mara me devuelve la sonrisa. "Igualmente, amiga".

"¿Dónde está Calus?", pregunta Zavala.

"Desconocemos su paradero. Ya hablaremos de eso en otro momento".

Está rodeada de cabal y caídos que trabajan junto a lo que queda del ejército insomne. Había oído que algunos habían desertado para unirse a Eris tras los asaltos fallidos de Mara. Todos han perdido mucho a manos de los ejércitos de la Oscuridad.

"Me sorprende que no haya vex aquí también", dice Ana con brusquedad.

"Un chiste de mal gusto, majestad", digo dándole un codazo a Ana con la esperanza de que entienda que la reina exige respeto.

"Los vex están atrapados en el tiempo por culpa de la traidora y de su ejército oscuro", dice Mara.

"Tenemos algo que quizá pueda cambiar la situación", explica Zavala y señala a Rasputín. "El Estratega puede localizar al Viajero con el algoritmo de Clovis Bray. Sabemos cómo capturarlo, pero necesitamos tu ejército para construir el arnés".

"Poco a poco, he reunido fuerzas para preparar el contraataque a Eris y la Reina Bruja. Os invitaría a uniros a nuestras filas y jurar lealtad, pero percibo el aroma a Oscuridad que os envuelve", dice Mara mirándome.

"Mi reina", le respondo inclinando la cabeza, "yo uso la estasis, pero nuestra finalidad es la misma: sobrevivir a esto".

No parece convencida.

"Elisabeth, una vez me pediste que eligiera un bando, aunque fuese el equivocado. Dime, ¿tú has elegido el correcto?".

"Espero que sí, ya que estoy de tu lado una vez más".

Mara y Zavala intercambian miradas. Él asiente con aprobación.

"No confundas mi hospitalidad con confianza; eso solo se gana en el campo de batalla".

Me inclino de nuevo. Ana no lo hace.


Más tarde, me acerco a los aposentos de la reina, y oigo a Zavala. "Hay que tener cuidado, no me fío de ella. Parece ansiosa por consumir la Oscuridad".

"Nos esforzaremos por vigilarla de cerca", responde Mara.

¿Cómo es posible que aún desconfíen de mí?

"Si las cosas salen mal, lo haré por mi cuenta. Después de todo, Ana es mi amiga", contesta.

Oh.

"¿Qué dicen?", Ana me sorprende con su susurro.

"Nada. Vámonos", contesto en voz baja.

"¿Tenemos una espía entre nosotros?", exclama Mara. Parece que no tan baja como esperaba.

"No, señora. Estábamos a punto de entrar para hablar de la estrategia", dice Ana entrando en la sala. ¡Bien pensado! "El Leviatán ofrece posibilidades interesantes".

"Mi ejército está construyendo el arnés. Pero incluso con las ventajas que crees que tenemos, no estamos listos para la amenaza que nos espera. Eris Morn es más poderosa de lo que podemos comprender. Ella usa la Oscuridad en su máximo exponente".

"¿Y si hacemos lo mismo, pero con la Luz?", propongo.



En la infinita extensión del espacio alcanzamos a ver una luz tenue, una baliza. El Viajero.

"Ahí estás", dice Zavala para sí mismo mientras Mara y su ejército improvisado se preparan.

A medida que nos acercamos, me invade el asombro. Había olvidado lo grande que es. Tenemos una sola oportunidad.

"Rojo dice que puede acceder a parte del armamento y de las funciones superiores de la nave. También a las antenas satélite inactivas. Podría ser útil", dice Ana.

"Por fin buenas noticias", dice Zavala aliviado. "Elisabeth…".

De pronto, Zavala se desploma en el suelo, se sujeta la cabeza y sus gritos retumban por el Leviatán.

"¿Qué ha pasado?", pregunta Mara.

"¡No lo sé! Se ha caído de pronto", contesta Ana.

Tiene los ojos abiertos de par en par. Se calma y habla.

"Te necesitamos. Vuelve".

¿Está hablando con el Viajero?

"Ya nos elegiste una vez. Danos otra oportunidad, por favor".

Cierra los ojos y se frota la cabeza.

"Quiere huir", explica Zavala poniéndose en pie y recuperando la compostura.

"¿Qué vamos a hacer?", pregunta Ana.

Zavala suspira. "Lo recuperaremos. Por la fuerza".

"¡Soltad el arnés!", Mara Sov da la orden y su equipo se pone en marcha.

Al comprender lo que ocurre, el Viajero emana un brillo intenso y abrasador, demasiado luminoso como para mirarlo. Me tapo los ojos y rezo para que el arnés funcione.

El Leviatán se sacude y me sujeto a la pared para no caer.

El resplandor desaparece y mis ojos se adaptan. El arnés se ha enganchado firmemente a la esfera con sus seis brazos. Los aplausos resuenan por el Leviatán. Busco a Ana, pero no la encuentro entre la muchedumbre.

"Volvemos a casa, Ikora", dice Zavala con orgullo.