Capítulo 13

"Esto no debía ser así", susurra Alis Li mientras, muy por debajo de la Navespira, las barcazas funerarias sobre el Lago de las Hojas arden en llamas de blanco magnesio. Las voces de los paladines se elevan por el viento del verano, primero en coro, y luego en intensos solos de cánticos desesperados entre amantes y amigos íntimos. Cantan a los camaradas que ya no están aquí. Hoy ha caído uno de los 891, abatido por un láser de materia, un arma de bosones coherentes: no quedó casi nada que quemar. Los láseres de materia son la clase de arma atroz con tecnología maliciosa que Alis creía haber encerrado bajo llave en las cámaras de la Navespira. Había armado con ellas a algunas de sus paladinas, solo a unas pocas: mujeres que no podía perder…

La idea de que una de ellas podría haber desertado para irse con la Diasirmo le parte el corazón.

"Esto no debía acabar así", repite Alis. Llevaba casi cincuenta años sin contar con un confidente: no hay nadie a quien pueda mostrarle duda alguna. "Te prometo que no".

"Lo sé", dice Mara. Los eutecnólogos la encontraron y la sacaron de la cima de la montaña con una de las aeronaves de despegue vertical de la Navespira, que Alis, hasta la guerra, solo había usado como ambulancia.

"La misión era proseguir el viaje humano en un nuevo mundo". Alis pasea por la cubierta de madera que se aferra a la cámara estanca de la Navespira, a casi un kilómetro por encima del lago. "Construir una sociedad mejor, sobre los principios de la igualdad, el conocimiento y la paz. Tengo la carta, Mara. Recuerda lo que yo no puedo recordar. Lo nuestro nunca fue abandonar nuestros cuerpos o brillar como las estrellas o…". Refunfuña con frustración y se aferra a la barandilla. "O lo que sea que la Diasirmo crea que les he negado".

"Ella cree que les has negado hasta su capacidad para imaginar la divinidad".

Alis devuelve bruscamente la mirada a la otra mujer. "¿Tú empezaste esto, Mara?".

"Nada tiene un principio", dice Mara.

"¿Acudió a ti en lo alto de la montaña y te preguntó qué había hecho? ¿Le contestaste? ¿Por eso está tan convencida de que yo…", traga saliva ante el amargo sabor de las palabras de su enemiga, "… la esclavicé con la mera humanidad?".

"No tuve que contárselo". El pelo blanco de Mara se mueve con el cálido viento. Una manada de caballos negros cruza el horizonte norte, todos ellos nacidos de úteros de la Navespira: seguidos por una cazadora de largas piernas y su perro pastor. "No guardas suficientes secretos, majestad. La Diasirmo podría haber abierto cualquiera de tus textos para leer la historia que cuentas: «Nacimos cuando una gran nave cayó en una perla de espacio resquebrajado. Yo desperté primero, y en mi despertar, comprimí el potencial del vacío en una forma que podía comprender…». ¿Quién puede leer esa verdad y no ver la arrogancia?".

Alis pensó que Mara era capaz de decir tal cosa. También pensó que Mara podría intentar tirarla por el balcón, pero ahora sabe que era un temor infundado. Mara no es la Diasirmo: Mara es consciente del incalculable valor de una vida insomne.

"¿Por qué amas tanto las mentiras?", pregunta a Mara.

"Las mentiras, no". El pálido resplandor de los ojos de Mara; el rubor de tono violeta alrededor de ellos. "Los secretos. Incluso si todo el mundo compartiera una sola verdad, todas nuestras mentes producirían versiones diferentes de la verdad. Decimos estas subverdades, y como flores de distinta semilla, compiten por la luz de nuestra atención. Con el tiempo, solo las variedades más feroces y provocativas permanecen. Pero no son siempre las más veraces. Es mejor guardar secretos, majestad. Es mejor cultivar gran misterio, y así marchitar las flores antes de que crezcan. Así es como yo actuaría si fuera reina".

Abajo, el Lago de las Hojas reluce en el cráter excavado por la proa en forma de hongo de la Navespira. Uno a uno, los barcos funerarios van desapareciendo.

"Quiero terminar esta guerra", dice Alis Li a la segunda insomne. "Quiero negociar la paz. Necesito la ayuda de tu madre. ¿Qué pedirías a cambio?".

Mara sonríe gentilmente e inclina la cabeza. "Nada más que una ayuda en el futuro".