Capítulo 9

Eva Levante abrió la puerta de su unidad de almacenaje, y el olor le provocó náuseas. Se giró hacia los dos androides que la acompañaban y les apuntó al interior.

"Primero, desinfectad toda la zona. Cuando esté limpia, empezaremos a meter las cajas". Los dos androides asintieron y emitieron un pitido de afirmación. En cuanto cruzaron el umbral, se pusieron a barrer el suelo con premura. Eva dio varios pasos atrás con el apoyo de su bastón para evitar que la suciedad le llegara al vestido.

A su alrededor, el mercado era una vorágine de actividad. Los trabajadores que estaban de descanso comían en la zona de almuerzo; los compradores ojeaban los puestos; los androides limpiaban, patrullaban y entregaban paquetes; y los guardianes estaban por todas partes como un remolino de colores y estilos que giraba, flotaba y saltaba.

Eva puso mala cara, frustrada consigo misma por permitir que Tess y, en cierta medida, Amanda la convencieran para regresar. Nada le parecía adecuado, nada le hacía sentirse… cómoda. Encima, el lugar que le habían proporcionado para almacenar sus mercancías parecía que no se había abierto ni limpiado desde antes de las Guerras de facciones.

Encontró un banco en una de las calles del mercado y se desplomó agradecida para observar a la gente pasar. La moda, como era habitual en la Ciudad, había cambiado mucho desde el ataque de la Legión. Todavía estaba poniéndose al día, familiarizándose. Por ejemplo, había un gran número de respiradores entre la multitud —cuestión más de estilo y decoración que de funcionalidad—, unos vestigios que fueron necesarios durante la reconstrucción y restauración de la Ciudad.

¡Y los guardianes! Gran parte del tiempo que habían pasado juntas desde su regreso, Tess se había dedicado a ponerla al corriente sobre las tendencias de moda entre los portaluces, algo que había impresionado sobremanera a Eva. Tess, las fundiciones e incluso la Vanguardia se habían superado. Los diseños de las armaduras y los patrones de los shaders habían mejorado muchísimo desde la época de la antigua Torre.

"¿Pero qué hago yo aquí?", susurró para sí. "¿Qué puedo hacer yo para…?". Perdió el hilo cuando vio a un guardián pasar a su lado con lo que parecía una enorme cresta que copaba su casco, además de un vestido de hechicero que ondeaba a su paso.

"Eso es". Eva se puso de pie y se encaminó a la puerta para pedirles a los androides que dejaran de limpiar, pero alguien se interpuso en su camino. Era un guardián con gabardina de cuero y casco negro brillante.

"¿Eva?", dijo con voz distorsionada. Eva vio su rostro confundido reflejado en el casco.

Las manos enfundadas en guantes retiraron el yelmo para revelar el rostro sonriente de Ramos. "¡Abuela, soy yo!". El chico le dio un tremendo abrazo a una sonriente Eva.

"Maldito granuja, nunca me diste la oportunidad de darte las gracias", le dijo mientras le daba un cariñoso golpecito en el hombro conforme se apartaba. "Lo típico: le salvas la vida a una mujer y luego te marchas para recuperar la Ciudad, ¿verdad?".

Ramos se rio, irradiando más felicidad de la que le había visto nunca. Un aura de Luz lo rodeaba con aplomo. Se giró hacia dos guardianes que se encontraban cerca, observando dubitativos. "¡Equipo, esta es Eva Levante! ¿Os acordáis de mis historias? ¡Esta mujer es una leyenda!".

Les hizo un gesto. "Eva, estos son tan brillantes como el lumen. Se convirtieron en guardianes poco antes del ataque de la Legión".

Eva los saludó con un gesto de reconocimiento. "Me alegro de conoceros".

Uno de ellos alzó la mano para ejecutar un torpe saludo; el otro inclinó la cabeza. "¿Qué… haces aquí?".

Eva suspiró. "Ah, en realidad… no hago nada".

Ramos se rio y añadió: "¡Es una costurera estupenda! ¡Una heroína de guerra! Además, antes de eso, era uno de los pilares de la vida en la Torre. ¿Sabéis esas fiestas de la Aurora que tanto os gustan? ¡Fue ella quien las trajo a la Torre!".

Ambos se giraron hacia ella impresionados. "¿Cómo conseguiste que Zavala accediera a… a…?".

Eva sonrió. "¿A divertirse?". Se rio ante las respuestas de los tres guardianes y golpeó dos veces el bastón contra el suelo. "Es una historia estupenda. Si tenéis tiempo…".

Ramos se rio. "¡Pues claro! Venga, vamos a por algo de comer. Vamos a explicarles a estos novatos lo que implica formar parte de la Torre".

Con la ayuda de su amigo, Eva Levante recorrió con facilidad el mercado de la Torre, el bastión de la Última Ciudad segura. Su hogar.