Capítulo 1

Sus cejas arqueadas lo decían todo.

Eva Levante sonrió, amenazando con interrumpir su inexpresividad. "El encargo era la mar de simple: un shader para conmemorar el final del incidente de SIVA. Aunque la sugerencia de Zavala para el color…".

Su compañera sostenía la tela, una combinación espantosa de amarillo fluorescente y rojo sangre que haría daño a los ojos, incluso aunque le quitaran ese horripilante conjunto de franjas. Tess suspiró. "Ese hombre es capaz de hacer que la colmena tiemble de miedo, pero no deberían dejar que se acercara a menos de diez metros de la mesa del diseñador".

Las mujeres aún se estaban riendo cuando un temblor sacudió la Torre. Se giraron al unísono en dirección al ruido lejano que le siguió, un estruendo que ninguna de las dos había oído antes.

La megafonía retumbó en el pequeño lavadero que utilizaban para descansar. "Orden de evacuación 77 activada. Esto no es un simulacro. Que todos los civiles acudan a las áreas de evacuación inmediatamente".

Tess estaba junto a la puerta, dispuesta a abrirla, cuando otra explosión, esta mucho más cercana, las dejó temblando en el sitio. El humo y los gritos flotaban por el pasillo.

Los recuerdos de Eva acerca de lo ocurrido a continuación eran inconexos. Corría junto a Tess, respirando con dificultad. Recordaba murmurar los nombres de sus primos, preocupada, pues se hallaban en la Ciudad. Una gran multitud la rodeaba, Tess se quedaba atrás mientras a Eva la empujaban hacia adelante.

Otra explosión. Una puerta de emergencia se cerró de golpe. Tess ya no estaba y Eva se vio rodeada de unas treinta personas en un pequeño muelle de carga entre la Torre Norte y la Sala de los Guardianes. Un hombre intentaba abrir la puerta más alejada, pero estaba sellada.

A continuación, una gran esfera chocó contra los muelles y el techo se vino abajo. Los cabal treparon por la cápsula con esfuerzo debido a su voluminosa armadura y abrieron fuego contra los civiles.

En ese instante, un cegador estallido de energía los sorprendió por la espalda. Por los gritos, parecía que habían llegado diez hombres, pero cuando Eva pudo echar un vistazo, allí solo un había un guardián enorme rematando a un soldado cabal con una hoja que medía tanto como ella.

El yelmo de Lord Shaxx iba de un lado a otro por toda la estancia. Llegó hasta Eva dando un par de zancadas y, con una galantería sorprendente, le ayudó a ponerse en pie.

"Señora", entonó, y ella sintió la voz grave del guardián retumbando en su pecho. "Necesito tu ayuda".

A petición suya, se hizo cargo de los civiles mientras él iba delante del pequeño grupo. Con la confianza que proyectaba el Maestro del Crisol y su imponente presencia, no le fue difícil mantener la calma entre los demás. Al llegar a uno de los puntos de evacuación, un trío de pilotos de halcón esperaban inquietos ante sus naves.

Cuando todos hubieron subido a bordo, Shaxx posó una pesada mano sobre su hombro. Pasó a su lado y lo único que dijo fue "Camarada". Y regresó para seguir combatiendo, con su enorme espada colgada a la espalda. El halcón se alejaba y Eva echó un último vistazo a la Torre; todo lo que quedaba eran ruinas y llamas.