Capítulo 6

X.

El cuerpo de Eris Morn se sacude y pliega. El sudor de su frente regresa a sus poros y se introduce como larvas brillantes. De pronto, resuena algo semejante al golpe de un hueso contra una placa de metal, y en el intervalo vacío entre dos detonaciones de fuegos artificiales, el cuerpo pierde toda compostura y cae en peso muerto sobre sí mismo como un trapo a la deriva sobre el agua. Se revuelca y, de repente, se queda liso y firme sobre una superficie en forma de piel y pellejo. La superficie la atraviesa una aguja negra y alargada, y la piel a su al rededor se curva en forma de la topología de un cáncer entretejido y errático de una onda de cuatro dimensiones horripilante que ningún proceso monista sería capaz de elaborar.

Fuera de la aguja, como si saliera disparada hacia el mundo a través de una inyección letal, aparece la magnificencia demacrada de Dûl Incaru.

"He de rendirme a tu verdad", canturrea la maga de la colmena con una voz que haría que las reglas de las ecuaciones salieran huyendo entre sí para ocultarse en las matrices de conjuntos distantes, provocando que la propia aritmética se hiciera pedazos. "Se encuentra en la arquitectura de estos espacios para recompensar a quien salga victorioso. Quria no está aquí. No hay vex ni conspiración alguna para desposeer lo que estaba poseído por mi tío y que ahora sirve a mi reina. Todas esas mentiras formaban parte de mi mundo trono, aquel que tanto anhelabas. ¿No es mi muerte cíclica el propio motor que te trae aquí una y otra vez con la esperanza de encontrar respuestas? Así pues, poseo parte de tu mente que dedicas a la búsqueda de la verdad".

"¿Querías saber sobre mi madre?" La cabeza con cresta se retuerce con un cariz alienígena. Los hombros fúngicos se mueven bajo la cubierta blindada. "¿Es a ella a quien buscas? ¿A la reina bruja Savathûn, la Archientrópica, Reina de los Encriptados, la Aguja Negra, la más significativa del Sumo Aquelarre, la Emancipadora de Gusanos, la Pieza Perdida de Todos los Puzles, que verá deshacerse el cosmos en un huevo mermado infinitamente?".

"¿Debería contarte el destino que espera de ti? ¿El auténtico y singular destino que Medusa previó y sobre el que todos tus principios y propósitos recaerán? ¿Debería traicionar a la verdad, la cual te has ganado, de mi propósito en esta ciudad infinita y el nuevo modo en que pasará a formar su colmena?".

"Que así sea. No obstante, sabes que te condenará".

Versículo 154i:3: Su nuevo acuerdo

Ya en la antigüedad, su hermano Oryx habló en relación con el plan que Savathûn había trenzado para él. Oryx, entonces, dijo "El gusano exige tributos. Matarás todo lo que veas y recurrirás a la muerte para crecer —o para tus propios propósitos, si te atreves— y así diezmar a aquellos que te gobiernan. De este modo, el tributo ascenderá en la cadena y el exceso se acumulará en las alturas, justo como el cruce entre un río y un océano".

Pero Savathûn, que no deseaba ni cadenas ni acumulaciones, ideó un modo secreto de alimentar a las larvas de su estirpe. Así, ella escaparía de la trampa.

En su modesto ingenio, que prefiere no exagerar para mantenerse alejada del desdén y habladurías, reunió a varios de sus ascendentes en peligro de ser consumidos por sus larvas. Entonces, los empujó hacia la ruptura junto a una órbita cercana a un agujero negro.

En lo más profundo de la acogida de la gravedad, el tiempo pasaba lento para ellos. "Mira lo satisfechas que están las larvas", dijo Savathûn, "su hambre crece lentamente, pero sus sirvientes siguen enviando tributos a ritmo constante".

Pero las larvas percibieron el engaño y aumentaron sus pretensiones. Así, los sacrificios orbitales se consumieron y los restos cayeron en el horizonte desde el que ni la poderosa colmena podría regresar.

Entonces Savathûn adquirió la vex Quria, cuya creación había llevado en secreto, pero temía que la Quria la vigilase para conocer información sobre Oryx. De modo que dejó una porción de la colmena en un agujero negro y dijo así, "Hijos, escuchad, hemos de separarnos una temporada para evolucionar por nuestra cuenta".

"Debemos apostarlo todo al ingenio", dijo aquella cuyas mentiras podían alterar la verdad. "Asesinaos entre vosotros para que pueda obtener tributo y conciba un nuevo acuerdo que juzgue quién ha de existir".

Esto fue del agrado de Ur, el Hambriento, cuyo epíteto reveló un cierto interés sobre el tiempo y el apetito. Ur admiraba la perspicacia que ella utilizaba para enseñarle a Quria cómo hacer uso de la magia de la colmena como oráculo computacional para resolver problemas irresolubles. Uno de esos problemas era la navegación e ingeniería de la singularidad.

Entonces, Savathûn salió de su mundo trono hacia una singularidad, la cual observó y comprendió. "Sobre este lugar he de elaborar mi diseño. Aiat".