Capítulo 2

Querer empuñar las armas del enemigo es una noble empresa que ha supuesto la destrucción de muchos que afirmaban estar a tu altura. La Última Palabra y el Espino están unidos por la sangre que han derramado, pero, como bien sabes, este vínculo va más allá de la violencia. Ambas armas representan ideologías enfrentadas. Son iguales, pero a la vez opuestas, como el fuego purificador y la llaga purulenta, como nos suelen considerar a mí y a las Sombras; rivales que han de destruirse, enemigos jurados. Pero, ¿y si urdiera otro relato que le dé un significado más profundo al conflicto que ha manchado mi legado y el de Yor?

Llevo un tiempo interpretando un papel. En realidad, han sido muchos. Pero mis nombres, Shin Malphur, el Renegado, otros tantos apelativos que me dieron necios y criminales, o incluso uno o dos nombres que he ocultado a lo largo de todos los años en los que he estado huyendo de mi pasado en pos de un futuro cada vez más oscuro. Todos tienen un propósito.

Y todos empiezan con Shin, el pobre y solitario niño perdido al que arrebataron su mundo. La historia de mi juventud en Palamon es cierta. El hecho de que inspire una compasión ilícita y convenza de la justicia y honradez de mi historia no es un ardid. Soy justo y soy honrado. Pero hazte esta pregunta…

¿Ha influido en tu visión sobre mí el hecho de que comenzara siendo una víctima? ¿Es mi camino, mi causa, más honrada porque merecía justicia y venganza?

Durante mucho tiempo, así lo creí. No obstante, y aquí empieza a revelarse la verdad del asunto...

¿Y si el villano de la historia también lo creía? ¿Y si arruinó mi vida y la de muchos otros como un medio terrible para alcanzar un fin? ¿Y si yo me había extraviado y él me orientó al concederme la venganza?

¿Y si te dijera que...

hizo bien en hacerlo?

S.