Capítulo 15

MCXLIII, en el futuro.
Registrada por el gran emperador Calus

Me encuentro solo ante el fin del mundo.

Mientras observo este confín oscuro que he esperado durante tantos años, ansioso, esperanzado, me pregunto si me habré impacientado demasiado por ello. No me arrepiento de haber llegado hasta aquí, no, pero debo empezar a aceptar que el comienzo de este final tan dichoso y esperado significa también un último adiós para ti, camarada.

Tú y yo siempre hemos estado unidos. Los hilos del destino nos ataron y acercaron cada vez más, aunque lentamente, y ahora me doy cuenta de que, incluso antes de que encontráramos, ya eras una presencia en mi vida. El tiempo es una cosa extraña y sinuosa, y ahora veo mi pasado de una manera muy diferente.

Cuando estuve solo en la sala prisión del Leviatán, tú también estuviste allí, construyendo mi Casa de las fieras, levantando un monumento a todo lo que podríamos hacer y haríamos.

Cuando me encontré con el vacío, estuviste allí, en algún lugar, entre esos susurros fantasmales; mi camarada en el advenimiento del inevitable fin del mundo.

Ya te buscaba antes incluso de conocerte. Te buscaba cuando encontré mis primeras Sombras. Estaba llorando tu ausencia cuando fallaron. Y sí, Sombra mía, la búsqueda fue exquisita. Y la espera, dichosa. Pero, en el momento en que te encontré, la consecución de mi designio... Aquello fue una delicia.

Tú me ayudaste a recuperar lo que perdimos cuando el imperio cayó ante la Legión Roja. Es más, tú me ayudaste a expandirlo. Tomamos este sistema juntos. Y juntos creamos un nuevo mundo tan solo unos momentos antes de que terminara. Y, aunque duró poco, ha valido la pena.

Todo cuanto has hecho ha valido la pena.

Me enorgullece que hayas sido la última persona a mi lado cuando ha llegado el fin. No habría elegido a nadie más para estar a mi lado.

Gracias, Sombra mía. Gracias por tu sacrificio.