Capítulo 12

Aquí fuera, en el bosque, la supervivencia depende en gran medida de la capacidad de eludir patrullas de caídos. Todo lo demás, cualquier otro peligro, resulta secundario. Hipotermia. Hambruna. Bestias hambrientas. Bandidos dementes. Todo eso puede evaluarse y gestionarse. Los caídos, no obstante, esos despiadados piratas, cazan y asesinan no solo por su propia supervivencia… sino por gusto. Se deleitan con la masacre.

Guiaba a nuestro variopinto grupo a través del denso bosque, pero con un crío a cuestas y varios supervivientes heridos no nos movíamos precisamente rápido. Nos habían detectado un par de kilómetros antes. El ataque fue veloz y violento. La madre del chico cayó casi de inmediato. El imprudente de su padre, aunque quizá es mejor pensar que fue un acto de valentía, plantó cara al dolor y el miedo y dio lo mejor de sí mismo. Corrió en su ayuda, pero no había nada que hacer. Y eso también le costó la vida. Dos padres muertos. Un hijo huérfano con un don que aún es incapaz de comprender.

Los demás se llevaron al niño y huyeron. Este lloraba, confuso y aterrado. Acallaron su miedo y se adentraron en las profundidades del bosque. Yo los seguí. Era mi responsabilidad proteger al chico, si es que podía. No me quedaba otra opción que permanecer con él.

Y aquí sigo…

Esta rápida transcripción pretende ofrecer información, si fuera necesaria, relativa a mi elección, al momento de debilidad que me hizo renacer al niño. Estoy narrando esto mientras huimos, así que ruego disculpéis la brevedad y los cortes abruptos de esta historia y los sucesos que aquí describo.

Enviaré este mensaje como señal para cualquier Espectro que pueda estar escuchándome. Los caídos me pisan los talones. Me he separado del grupo para alejarlos. Si sobrevivo, volveré a por el niño. Si no lo consigo, se quedará con los demás para que lo críen, y solo dispondrá de una segunda vida para vivir.

Lo he dejado a cargo de un hombre y una mujer aterrorizados. Pero son inteligentes y cariñosos, tienen valentía, pero saben cuándo correr, cuándo sobrevivir. Se mantendrán ocultos hasta que los caídos se marchen, con mi Luz a modo de distracción para atraerlos lo más lejos posible de estos humanos.

He hecho que los piratas me detecten y me he alejado a toda prisa de los últimos supervivientes, he hecho de cebo para hacerles ganar tiempo. Pero ese tiempo es breve.

Los caídos andan cerca. Cada vez más. Puedo oír sus alaridos de guerra. Puedo sentir las chispas de sus hojas. Hace tiempo que aprendieron que matar a uno de los míos supone solucionar un problema futuro.

No me arrepiento de la decisión que he tomado. El niño es una esperanza, pese a la huida. Lo que le espera es desconocido. Pero en él hay algo que promete, siempre que encuentre refugio. Siempre que tenga alguien que lo guíe.

Esto no es una confesión. Es mi deseo. Es mi…

(Fragmento de la última transmisión de un Espectro desconocido)