Capítulo 4

"Y luego Marco me mira con ojos del tamaño de durianes y dice: '¡No, abuelo, voy a la deriva!'". Era un chiste demasiado estúpido como para no reírse. Después, el lenguaje corporal del señor Mendoza cambió. Se sentó en la silla y se inclinó, dejando de mirar a Cais como si fuera una arpía disfrazada. Esta hizo una nota mental para darle las gracias a su jefa: la forma más fácil de tranquilizar a los mayores era preguntar por la familia.

El hombre se limpió una lágrima del ojo y luego juntó las manos sobre su mesa. "Entonces, ¿tenéis que congelarme?".

"Eso es lo que mucha gente piensa". Llevaba semanas intentando desmentirlo, pero el término "criogenizar" se había puesto de moda y era fácil de recordar. "Es más bien una especie de hibernación. Reducimos la temperatura corporal y la actividad metabólica, pero la mente sigue estando activa dentro del Arca de Nubis".

"¡Ah! De joven, solía 'arquear', pero de eso hace ya mucho tiempo. Ahora suelo ver a los bisnietos por videollamada". El hombre se movía inquieto en la silla. "El monorraíl no me viene bien para la escoliosis".

"Creo que ya nadie dice 'arquear', señor Mendoza, pero podrá ver a sus bisnietos como si estuviera visitándolos en persona".

Activó el muro de visualización y le mostró una imagen de Neomuna, pero…

"¿No hay nubes?". El hombre silbó con admiración.

"Lo llamamos 'zona de aterrizaje'. Es una réplica exacta de la ciudad. Se aplican las mismas leyes de la física, pero hace mejor tiempo. Pasará aquí un tiempo al principio, mientras se acostumbra a la vida en el Arca de Nubis. Generamos un cuerpo que es una réplica exacta del que tiene ahora. Cuando se instale, podrá ir a clases para aprender a personalizar su avatar, construir nuevos espacios y, si tiene ganas de aventuras, explorar el Arca de Nubis".

"Supongo que suena bien, pero eso de… generar una réplica exacta de mi cuerpo…".

"Hasta la última neurona".

"¿Podría quitarme la escoliosis?".