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Sehrish

Capítulo 2

Libro: Últimos días.
Introducido en: Temporada de la Resistencia.
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"Hiro, ¿qué he dicho? Cuelga el retrato familiar, anda", apremió Sehrish a su marido. "Hija, necesito que vayas al mercado…".

"Mamá", la interrumpió Valla. "La cita es en dos horas".

"Al mercado", le espetó Sehrish mientras agitaba una lata medio vacía. "Y trae comino y cardamomo, que nos queda poco garam masala".

"Pero si nos van a confinar. ¡No necesitamos más especias!".

"Ah, ¿no? ¿Y qué me dices de ese panel del pasillo que siempre se rompe?". Inexplicablemente, el panel de servicio de los Tanaka había causado el 90% de los apagones del bloque. "¿Y si el surcanubes viene a arreglarlo y luego quiere prepararse un pequeño almuerzo por las molestias? ¿Acaso Rohan no se merece una cocina en condiciones?".

Perpleja por la lógica, Valla se quedó mirándolos fijamente. "Si quiere almorzar, que se imprima un chana masala. ¡No pasa nada!".

"Sí que pasa". Su voz empezaba a resquebrajarse. "Esa máquina no tiene alma. Cocinar es como amar; hay que ponerle un toque personal".

"Ya sabes lo importante que es esto para la comunidad. ¡Para toda la ciudad!". Valla dejó la bolsa junto a la puerta. "¡Tú votaste a favor de este confinamiento!". Esperaba otra vuelta de tuerca de su madre, pero Sehrish bajó los hombros y se estremeció suavemente. La joven tardó demasiado tiempo en darse cuenta de que su madre estaba llorando.

"Tu padre y yo pedimos este apartamento cuando estaba embarazada de ti porque era más grande". La mujer se limpió una lágrima. "Y siempre estábamos tan ocupados con la crianza que nunca tuvimos tiempo de terminar todo lo que queríamos hacer con él. ¿Cómo puedo seguir adelante si aún no he terminado aquí?".

"Oh, mamá…". La niña abrazó a su madre con fuerza; luego, sintió cómo unos brazos más grandes las envolvían a las dos, y su nariz percibió la loción que usaba su padre después de afeitarse.

"Esa vida en el ordenador… no es como nuestro hogar", confesó Sehrish con cara de sorpresa.

"Por supuesto que aún no es nuestro hogar, Sehrish", gruñó Hiro con cariño. "Tienes que ponerle un toque tuyo".