Capítulo 9

"Maldita sea". Hazeema observaba los fractales amarillos que se movían sobre la sartén caliente. "Los huevos se han roto… otra vez".

Loe bajó de su servidor secundario privado y abrió una ventana de datos. "Es que los meneas demasiado".

"Los meneo exactamente igual que en el mundo de los despiertos". Abrió los metadatos de la sartén y borró el estropicio. "Dijiste que arreglarías el algoritmo de fluidos antes de que lo abriera".

"El fluido está bien", gruñó. "Llevamos siglos simulando fluidos. Lo que tú quieres es una posición de mil millones de partículas y una relación rastreada como función de tiempo y temperatura… por cada ingrediente de cada plato".

"¡Porque en eso consiste la cocina!". Hazeema suspiró y se apoyó en la encimera. Un restaurante virtual era una idea ridícula, pero cocinar —el legado de su padre— era lo único que sabía hacer, y era su pasión.

Loe abrió un directorio y renderizó una docena de platos con huevos en la encimera. "Solo tienes que usar lo prefabricado. Es literalmente perfecto".

"Por eso todo el mundo odia la comida de simulación. ¡Todas las tortillas son idénticas! No hay variación, ni estropicios, ni sorpresas agradables… A la gente no le gusta la perfección, sino la búsqueda de ella".

"Qué pena que no puedan comerse la experiencia de trabajar contigo", dijo Loe entre dientes.

Hazeema dio un respingo.

Loe se masajeó las sienes. "Lo siento, eso ha estado fuera de lugar".

"No, es una buena idea". Dijo mientras cargaba una sartén nueva con huevos. "¿Tienes una de esas aplicaciones que registra las emociones psicológicas que usan para las terapias?".

"Sí".

"Iníciala". Hazeema colocó la sartén en los fogones y añadió mantequilla mientras cascaba los huevos en un bol. Siguió todos los pasos que conocía para crear la prueba de cocina más básica mientras le invadía una sensación familiar de satisfacción y determinación. Luego se produjo el error y el fraccionamiento de los huevos.

Hazeema puso en pausa la grabación y cargó la breve experiencia emocional en una de las frittatas pregeneradas que había en la encimera. "Pruébala".

Con un tenedor, Loe levantó el trozo y lo mordió dubitativamente. Sus ojos se movían de un lado para otro gracias a la emoción pregrabada —los añorados recuerdos familiares y la amarga resignación ante el fracaso—. "Esto es… nuevo".