Capítulo 8

Entrada 92

Se supone que todo esto era por la vida. Y aquí estoy, no por mi voluntad, mirando hacia el vacío. Solo la muerte devuelve la mirada.

Me dicen que reprima mis emociones. Que sea fuerte.

Pero ¿cómo? En estas circunstancias, ¿quién en su sano juicio podría hacer algo así?

Me dicen que esto me supera. Que no voy a poder olvidarlo.

Una vez más, ¿quién en su sano juicio podría hacer algo así?

Quién en su sano juicio. En su sano juicio. Quizá esa sea la clave. El motivo de mi divagación. Mi desesperación me impide estar en mi sano juicio.

Todo esto era por la vida. Lo sigue siendo. Tiene que serlo.

Así que… lo haré. Tengo que hacerlo. Es necesario.

Por ella

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Entrada 93

Yuki está en el laboratorio. Está sucediendo.

Mi ansiedad está descontrolada. El universo se va reduciendo día tras día a medida que la humanidad se va desmantelando. Si no paramos la sangría, ¿qué será de nosotros? Al final, mis reservas sobre la fabricación de armas han desaparecido. No nos queda más remedio.

El éxito de la Armería Negra es fundamental, pero esta mañana me desperté con una idea egoísta en la mente: ¿y si huyera? Yuki podría tomar las riendas. O quien sea. Que cogiera el testigo otro.

Luego me tomé un café. Lloré un poco. Pero estoy harta de regodearme en mis desgracias. Nos jugamos demasiado.

Espero que todo salga bien, aunque tal vez no hayamos acertado al acelerar el proceso. Si surge algún contratiempo, no podemos llamar a Marte.

La obra de mi vida está en manos de Yuki.

Estoy agotada.

Me gustaría volver oír el canto de los pájaros. Espero que hayan huido.

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Entrada 94
He sellado la entrada dañada lo mejor que he podido. El trabajo me ayudó a pasar por alto lo que ocurría en el laboratorio. Lo que sigue ocurriendo.

Pero no podemos quedarnos. Van a volver a atacar y, esta vez, no resistiremos.

No hay tiempo para culminar el proceso en los laboratorios. Tendremos que hacerlo sobre la marcha.

Nos vamos al alba.

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Entrada 95.

Esta mañana enterré sus restos.

Yuki y yo celebramos una breve ceremonia.

No hay tiempo para volver la vista atrás. Tenemos que irnos.