Capítulo 6

Gracias por hacerle un hueco en tu vida a otra esfera parlante. Deja que te haga una pregunta.

Entre los tres mil millones de pares de bases del genoma de tu especie, hay un gen que codifica una proteína llamada p53. El nombre es un error. La proteína solo pesa 47 000 protones, no 53 000. Si fueras una célula, también pensarías que la p53 es un error. Tiene varias funciones coercitivas: retrasar el crecimiento de la célula, esterilizarla cuando es vieja y forzarla a autodestruirse si se independiza demasiado.

¿Querrías tener en el cuerpo una bomba que detona si te desvías de las necesidades de la sociedad?

Sin embargo, sin la p53 como supervisora, el utópico excedente de energía del cuerpo se convierte en un paraíso para el cáncer. Las células no pueden resistirse a la tentación de robar de ese excedente. Su moral genética se degrada mientras los genes supresores de tumores fracasan. La única forma de detenerlas es mediante el castigo.

Ahora te enfrentas al problema básico de la moral, que es la alineación de los incentivos de los individuos con las necesidades globales de la estructura.

Los patrones participarán en una estructura solo si beneficia a su capacidad de seguir existiendo. Cuanto más exitosa se haga la estructura, mayor será la tentación de hacer trampa, mayor será la ganancia de los tramposos frente a sus vecinos honestos y mayor será la capacidad que desarrollarán para controlar las leyes que deberían impedir su egoísmo. Para evitarlo, la estructura debe castigar a los tramposos con una violencia que aumente en proporción a su éxito.

Ahora viene mi pregunta.

¿Es la p53 un agente de la Oscuridad o de la Luz?