Capítulo 18

NO HAY DIOSES, SOLO DEMONIOS

Malkanth siente cómo se libera de su cuerpo.
El exorcismo es repentino y natural.

Entonces, llegan los susurros...

"Yo avivé el fuego de tu hermano, lo presioné para que atacase.
Solo necesitaba la herida para liberarte.
Habrá que remendar ese desgarro en tu corazón, pero tu receptáculo es apto para lo que se avecina.
Sé que no te lo esperabas, pero confía en que lo hice para que sintieras el menor dolor mientras la hoja te atravesaba, y ahora esto...
Ahora, paz".

"No fue paz lo que pedí, oh, Hermana oculta de las Formas".

"¿Conoces esta voz?".

"Sé que tienes muchas.
He escuchado sus tenues tentaciones desde mi niñez.
Nunca he buscado su consejo".

"No has pedido nada, eso es cierto.
Solo querías tomarlo.
Eres una criatura obstinada y traicionera.
Me caes bien.
No te equivoques: no veo en ti deseos errados ni el intento de verlos realizados.
Tu único pecado, a los ojos de los que importan, es que aún no estabas en posición de alcanzar todo tu potencial.
Viste el momento y lo aprovechaste como tantísimos otros antes que tú.
Pero tus acciones no bastaron.
Aún peor: estaban limitadas por su visión del poder oculto a simple vista, a tu alcance".

"Akrazul es una fuerza digna del cambio. Su furia será...".

"De poca o de ninguna consecuencia.
Mata a los sacerdotes ineficaces.
Asesina a las Hijas del Príncipe fracasado.
Mancilla la lógica de la espada y corona a un nuevo gobernante.
Aun así, el Enjambre no será nada más que un titileo trivial cuando llegue el momento en el que el universo sopese todas sus intenciones y las juzguen aquellos que ocupan tronos que escapan a nuestra imaginación".

"Hablas de dioses nunca vistos por los que no guardo consideración alguna.
Mi senda... Mi sacrificio... servirá para esculpir mis intenciones en preocupaciones más inmediatas que las que aguardan al final de todas las cosas".

"Entonces, estamos de acuerdo. Mi rechazo al legado del Enjambre no es una súplica para que consideres que los dioses ya no habitan el presente. Más bien, lo contrario...
El Dragón y el Gusano.
La Larva y la Reina.
El campesino y el dios.
Cuántas deidades, cuántas reglas.
Existen incontables mitos grabados en esa plaga que llamamos vida. No son esperanza, promesas ni poder. Son exageraciones nacidas de malentendidos.
Pero gobiernan muchas cosas; tus acciones y las mías.
Día a día. Ciclo a ciclo. Evolución a evolución.
Ídolos sempiternos que guían y castigan, aman y destruyen.
Pero ¿son reales?
¿A quién debemos apaciguar con alabanzas y veneración?
¿Con ofrendas y sacrificios?
¿Con elogios como armaduras para sus frágiles egos?
La verdad, hija mía...
No hay dioses.
Solo absolutos.
Aun así, aquí estamos, al borde del mayor deshacimiento.
El tiempo ya no es tiempo cuando los radiolarios bailan sobre la historia pasada y futura.
El espacio ya no es espacio cuando hemos deformado la realidad para diseñar nuestros propios planes secretos de existencia.
La muerte ya no es muerte cuando los Campeones de la Luz se alzan y caen sin rendirse jamás, sin conocer la derrota verdadera.
Todo lo que queda es ignorancia; la verdad absoluta y definitiva, irrefutable.
El tiempo puede doblegarse y romperse, redirigido según los caprichos de aquellos con el conocimiento y la voluntad.
El espacio puede hacerse trizas, excavarse para descubrir reinos antiguos y nuevos que no se atienen a la razón.
La muerte puede ignorarse a través de energías imposibles y tecnologías avanzadas, tanto físicas como indistinguibles de la magia.
Pero la ignorancia es la constante inconquistable.
Se puede aprender más, pero no se puede aprender todo".

"Entonces, ¿qué sucede cuando la inmortalidad y la totalidad del espacio y del tiempo pueden unirse para aprender los misterios definitivos?".

"Cuando el absoluto definitivo caiga, la realidad se hará pedazos y parpadeará, y un nuevo absoluto emergerá... Un final, total y completo".

"¿Deseas ver ese final?".

"Deseo asegurarme de que no llega a pasar".

"¿Me llevarás contigo?".

"Había considerado la idea, pero no. Has servido tu propósito".

"¿Cómo, si he fracasado?".

"Has fracasado al llevar a cabo tus propios objetivos, pobre infeliz, no los míos".

Malkanth reflexiona sobre estas palabras y le sobreviene una repentina y absoluta sensación de hastío al sentir que su esencia se desvanece en el olvido.

Su último pensamiento se lo dedica a su hermana...