Capítulo 11

Akrazul yace inmóvil en el altar.

El maligno proceso de la Inquisición del Ego es una ciencia que queda muy lejos de su entendimiento y que su hermana robó de enseñanzas prohibidas en antiguos textos restringidos.

Pocos han obtenido los conocimientos necesarios para desenvolverse en el proceso de disección de una esencia viva.

Menos aún son capaces de suprimir las capas del ego para que el receptáculo siga siendo una jaula viable para otro ser.

Malkanth, la Impostora, ha pasado toda una vida estudiando la sabiduría ilícita, curiosa por explorar las grietas entre los discernimientos, en los oscuros recesos de la imaginación donde moran las imposibilidades.

Ha asegurado a su hermano que su tormento será breve comparado con el de la hermana de ambos.

A Akrazul no le consuelan mucho sus palabras y se prepara para los gritos que han de llegar, sabedor de que la única forma de avanzar implica el deshacimiento de su querida Azavath.

Los hermanos comparten un silencio. Para la mayoría, sus futuros pecados serían una traición merecedora de la extinción, pero no hay vuelta atrás.

Malkanth mira a su hermano, noble y valiente, sabiendo que estará tentado de intervenir en cuanto los gritos de Azavath resuenen por las oquedades abovedadas de la catedral desierta en la que se han escondido de las miradas curiosas.

Akrazul no dice nada.

Malkanth se lleva un dedo a sus labios agrietados y niega lentamente con la cabeza.

Akrazul mira a su brazo derecho —amputado a mitad del bíceps; el muñón, una tosca masa calcificada— y vuelve a mirar a Malkanth antes de cerrar los ojos.

Malkanth sonríe mientras su hermano yace tranquilo, listo para interpretar su papel.

Se gira hacia Azavath, sujeta al altar con gruesos tornillos que atraviesan sus muñecas y tobillos. El dolor será tal que forcejeará. Se resistirá a la intromisión mientras su mente y su esencia se desmadejan y su cuerpo se vacía de vida para que pueda servirle a otro.

Azavath piensa en su hermano y en los infiernos que desatará cuando esté completo.

Un susurro llega a su oído mientras cierra los ojos.

Escucha tenues alabanzas mientras Malkanth asesta el Primer Corte.