Capítulo 20

FORJAR UN YUNQUE

ARRIBA…

El caos se alza desde el foso.
Los autoproclamados titiriteros claman y se estremecen cuando Akrazul, oculto en los huesos, extremidades, carnes y elegancias de Azavath, asciende para saludarlos.
Las Hijas se apresuran a escapar antes de que el clero les bloquee el camino.
Cuando se dan la vuelta, una voz atraviesa la mente de Besurith.

"Como los hijos del Jardinero, los que se reúnen junto a ti son tu antítesis.
Quieren tu perdición.
Te mandarían azotar.
Si llegase el momento, reducirían tu linaje a cenizas, pondrían fin a la sangre de Crota y remodelarían el Enjambre a su débil y conspiradora imagen.
A no ser que las Hijas del Quebrantamundos demuestren que son más que herederas consentidas...
A no ser que las Hijas del Destructor estén dispuestas a eliminar el cáncer de su prole...
La matanza está asegurada.
Muchos morirás a manos de la Cantante enfurecida.
Muchos podrían ser la mayoría.
Si te atreves.
Si estás dispuesta a cosechar tu propio futuro en esos pocos y preciados momentos (como este) en los que la oportunidad la conceden las acciones de otro".

Besurith se vuelve hacia sus apresuradas hermanas y las cuatro deslizan sus hojas por las gargantas de aquellos que se opusieron a su legítima candidatura al trono vacío de su padre.

ABAJO…

Akrazul se ha perdido a sí mismo en su nuevo ser.
Pero, ahora, mientras su hermana Malkanth flota hacia él, la confusión se hace patente.
Ha matado a su hermana.
Con sus propias manos, sus nuevas manos.
La contempla, toda ella, con sus nuevos ojos: la elegancia hecha jirones de su vestido, la herida en el pecho que dejó su hoja... Pero se queda mirándola a los ojos.
Hay cariño en ellos, más del que Malkanth mostró jamás.
Entonces, la voz susurrante vuelve, arremetiendo contra todos los rincones de su ser...

"Mira qué es de verdad.
Fuiste egoísta al buscar sangre.
Pero te perdona.
Solo te pide que le concedas esa misma cortesía".

Una nana llega hasta oídos de Akrazul, que ahora es Azavath.
A medida que destroza su esencia, un lágrima se forma en un rincón de su ojo.
Le sentó bien dar rienda suelta a su ira, pero, frente a una pila de rivales hechos añicos, solo siente alivio y amor... y luego desaparece.

ABAJO…

Su derrota fue rápida y angustiosa.
Zulmak, el campeón conquistador, estaba seguro que saldría victorioso y de que se ganaría el derecho a ser coronado Príncipe del Enjambre; si no por sangre, sí por título.
Pero nadie había contado con Azavath ni con su verdadera y brutal naturaleza en todo su esplendor.
Mientras las espadas gemelas de la Cantante masacraban a todos los que osaban entrar al foso, los gritos de asombro de la congregación resonaban en los oscuros rincones de los escarpados acantilados, como si la antigua roca celebrase esa implacable carnicería.
Mientras los cadáveres se apilan uno encima de otro, llega una llamada que solo Zulmak puede oír...

"Este será tu final, campeón.
Pero no tiene por qué serlo.
Entrégate a mí y me aseguraré de que vuelvas a estar completo".

Zulmak grita, desafiante.

"Podría llevarte y condenarte a siglos en lugares oscuros donde cada momento es una eternidad y toda la eternidad es un nuevo infierno que nace de cada nuevo grito.
Pero preferiría ver cómo te alzas una vez más.
Déjalo todo y sé libre.
Déjalo todo y transfórmate, que tu rabia pueda eclipsar incluso a la de la extraña bruja que te asesinó.
Déjalo todo y conviértete en un arma poderosa capaz de extinguir la Luz".

Los gritos de Zulmak se desvanecen en su ajado cuerpo y, si alguien hubiera prestado atención, habría visto el tenue destello de la esencia del casi campeón arrebatada de este plano y transportada a otro.

ARRIBA…

Las Hijas han atacado y se disponen a huir cuando Hashladûn siente la necesidad de mirar por última vez más al foso.

"Intenta descubrir todo lo que puedas de las pesadillas...".

Un susurro llega hasta su oído.

"¿Son poderosas?
¿O son una maldición?
Buscad a vuestros antepasados en esas formas etéreas.
Pues, aunque yo diga que esa senda no lleva más que a la decepción, debéis verlo por vosotras mismas.
Tal es la necesidad de las Hijas desesperadas por impresionar a sus padres.
Pero no caigáis en la desesperación cuando descubráis que Crota y Oryx se han ido para siempre, pobre niña perdida.
Pues al final de esa verdad hay otra...
Es hora de que tus hermanos y tú os valgáis por vosotros mismos.
El Enjambre, la Colmena, no necesita un Príncipe ni un Rey.
Necesitan fuerza. Sé esa fuerza.
Alza la aguja carmesí.
Haz notar tu llegada.
Desafía a la Luz.
Y cuando los 'héroes' vengan a condenar tu proclamación de soberanía y conquista, te ofrezco este regalo: la esencia de tu campeón caído.
Sé que cuestionas mis intenciones, pero somos hermanas y estamos unidas por la sangre.
Y este regalo será el primero de muchos...
Úsalo, engendra un expoliador que proteja todo lo que esperas construir".

"¿Y esa bruja traicionera de abajo? Ella y sus hermanos nos han costado mucho con sus juegos profanos".

"Esa bruja, en todas sus formas, es la santa patrona de tus dones.
Sus acciones liberaron al poderoso Zulmak para que pueda renacer y servir a tu voluntad".

"¿Y la segunda ofrenda?".

"El Coro de la Canción mortal se alzará de los fracasos del foso.
Fracasos que fueron posibles gracias a las ambiciones de los hermanos.
Ambiciones que te han dado un campeón y al Coro.
Haz con ellos lo que tu padre no pudo".

Y luego se hace el silencio.

MÁS ALLÁ...

En algún lugar, en un reino oscurecido, la Reina de los Susurros sonríe al pensar en la muerte.

Le ha concedido al Enjambre un arma de destrucción preciosa y perfecta, y un campeón poderoso: lo necesario para ir más allá de su patética devoción a una lógica de la espada que escapa a su comprensión.

Las Hijas verán estos regalos como un favor, una marea creciente para alzar al Enjambre y desafiar a la Luz.

Pero un plan más grande está en marcha.

El linaje de Oryx ha seguido su curso...

Los conquistadores luminosos vendrán una vez más; ellos, los heraldos de la muerte. Y el último aliento desesperado del legado de un Rey muerto servirá como yunque sobre el que forjará, templará y reforzará una nueva espada para guerras futuras... La extensión más pura del propósito de la lógica.