Capítulo 3

De la mente de Match. A bordo del Leviatán, resignado a aceptar su rumbo. Hoy lleno la copa en Y de polvo óseo, para que mis ancestros puedan secar su tinta. Cada uno de mis pensamientos y mi empeño son para mi emperador, Calus, soberano pasado.

El Leviatán está cruzando un vacío en la galaxia, sin estrellas e incluso sin polvo que llene esta nada. Los astrónomos dicen que un antiguo cataclismo reventó un absceso del cosmos en esta zona. Noto la ausencia de espíritus como un dolor como una presión en la cabeza, como si todo lo que tengo dentro quisiera salir al exterior a toda costa.

Todos estamos perdiendo la esperanza, pero, mientras sigamos perdiéndola, no se habrá agotado todavía. Dicen que los psiónicos no tenemos sentido del humor, porque el humor viene de lo inesperado y nosotros somos clarividentes, pero no vimos lo suficiente como para anticipar el golpe de estado, así que supongo que debemos ser lo bastante ciegos como para conservar algo de humor, y yo todavía puedo reírme de nuestro infortunio: el leal séquito del curioso emperador, del emperador del exceso jubiloso, naufragado en la nada más absoluta.

Calus se niega a abandonar su sillón de observación. Ni para tomar alimento, ni para visitar jardines o probar los vinos, ni para leer o escribir en su Imperativa Titánica, ni para sugerir nuevos platos a los cocineros, contarnos historias de mundos lejanos o incluso para preguntarse en voz alta por qué Caiatl nunca le hizo caso. Lo único que hace es mirar al vacío.

Creo que se siente minúsculo. La mayor parte del universo no es nada y él no es nada para el universo. Esta cicatriz de nuestra galaxia se produjo mucho antes de que él naciera.

Hoy dibujé la copa en Y en la tierra de un jardín. Usé el dedo, no la mente, para que nadie lo notase. Mi fe cayó exterminada mucho antes de que los míos se encontrasen con los cabal. Fue tan absoluto y cruel que dudo que alguien sin capacidades psiónicas pueda comprender ese dolor.

Mis ancestros fueron los mejores protectores de secretos del universo. Lo sé porque sobrevivieron lo suficiente para que yo naciera. No sé cómo lo hicieron, porque cada vez que observo el rostro de otro psiónico veo la copa en Y, la copa sagrada en la que vertieron nuestras mentes.

¿Y si Calus sabe que estoy perdiendo la fe en él? ¿Y si yo soy el veneno que lo está marchitando?

"¿Te cuento una cosa muy graciosa? No, ya sé que me voy a reír". Es un chiste psiónico.