Capítulo 6

Satélites y androides de combate perseguían a Felwinter y a Felspring allá donde iban. Tras sopesar los pros y los contras, llegaron a la conclusión de que contar con una base fortificada era más seguro que escoger unas ruinas diferentes cada vez que quisieran descansar. Era arriesgado, pero como todo.

Así pues, Felwinter subió a lo alto de una montaña. En la cima, se erigía un observatorio anterior a la Edad de Oro que habían encontrado en la base de datos de un mapa en un búnker de serafín. El lugar perfecto para esconderse: con una vista de 360 grados, cimientos que podían fortificarse, una montaña que podrían excavar para ocultarse bajo toneladas de roca.

"No te encontrará aquí arriba", dijo Felspring. "O, al menos, lo verás venir". Sonaba casi esperanzada. "Quizás finalmente podamos dejar de correr".

Felwinter observó con cautela el cielo y permaneció en silencio.

El único problema con la montaña era que estaba ocupada: un tal Castor, señor de la guerra, se la había adjudicado, así como la aldea en la base de la montaña. Pero Felwinter sabía bien que todos tenemos un precio, por lo que pidió a Castor negociar.

Había aprendido que los señores de la guerra eran negociadores pésimos, siempre en contra de ceder terreno.

Finalmente, Felwinter disparó al Espectro de Castor y lo empujó por la ladera de la montaña.

Un mes más tarde, durante una patrulla rutinaria en el perímetro de la montaña, Felwinter se encontró con una mujer sentada en un saliente rocoso a medio camino ladera abajo. A su lado había una caja de madera con cultivos de aspecto triste y otra cargada de munición. Ella se puso de pie cuando llegó.

Felwinter intercambió miradas con Felspring antes de dirigirse a la mujer. "¿Quién eres?".

"Me llamo Aarthi", respondió. "Tú mataste al señor Castor, ¿verdad?".

"Sí".

"Así que ahora eres el señor de esta montaña".

"La montaña me pertenece", explicó Felwinter. "Pero no soy ningún señor de la guerra".

Aarthi lo analizó. La mujer tenía la barbilla estrecha, una tez curtida y ojos marrones calculadores. "Mi aldea está ahí", señaló hacia el pie de la montaña. "Necesitamos protección. Castor nos la daba. Ahora lo harás tú". Señaló las cajas como si le explicara algo a un niño de pocas luces. "Aquí está nuestro pago".

Felwinter la miró, luego miró las cajas, para repetir muy despacio: "No soy ningún señor de la guerra. Y no necesito vuestra comida".

La expresión de Aarthi era tan hueca e insondable como la suya propia. "Volveré el mes que viene".