Capítulo 3

Seis meses de huida le enseñaron a Felwinter un par de cosas sobre la vida.

La primera era que, en cualquier momento, cualquier cosa podía pasar. Sin ninguna razón ni explicación.

La segunda, que no importaba lo injusto que pareciera algo. Un mundo justo no se sustenta en reconocer lo que es injusto.

Aunque aprendió otras cosas, mucho más tácticas: nunca descanses en el mismo sitio dos veces, o no descanses en absoluto si es posible. No cruces por campo abierto si hay otra ruta más resguardada. Cuidado con las lluvias de meteoritos. Mantente alerta ante enemigos orgánicos, pero no te molestes en evitarlos. No son la verdadera amenaza.

Aquella noche, Felwinter y el dron se refugiaron en el altillo de un antiguo granero. Una feroz tormenta impedía la visibilidad lo suficiente como para justificar una noche a cubierto, pero Felwinter no podía evitar pensar y analizar. Edificio endeble. Gran espacio vacío. Lugar poco preparado para atacar. Edificio endeble. Gran espacio vacío. Lugar poco preparado para…

Y sin importar lo que el dron dijera (que no necesitaba dormir), sentía un cansancio inexplicable. No podía ubicarlo con precisión. Se extendía por todo él. El dron se dio cuenta. Nunca dijo nada, pero Felwinter sabía que se dio cuenta.

Descansó la cabeza sobre las rodillas. Junto a él, el dron le sobrevolaba el hombro y se alejaba de vez en cuando para comprobar el tiempo a través de los cristales de la ventana.

En un momento dado, Felwinter alzó la cabeza.

"¿Cómo te llamas?", le preguntó al dron con la voz queda.

"¿Qué?".

"Tu nombre", continuó. "Tú me diste uno. ¿Cuál es el tuyo?".

"No lo he pensado".

El silencio reinó entre ambos una vez más. Vivían en silencio. Pero los últimos días, el silencio era distinto. Si antes era el silencio de un par de desconocidos, ahora era el silencio de un equipo: cada uno sabía qué hacer y qué se jugaban si no daban la talla.

Los ojos de Felwinter se estrecharon en dos líneas finas de luz al cavilar. "Fel…", miró al dron de reojo. "Spring".

"¿Qué?", preguntó el dron.

"Felspring", respondió Felwinter. "Así te llamas".

Se miraron durante un buen rato.

"¿Va en serio?", inquirió el dron. "¿Felspring?".

Felwinter miró por encima de ella. Más silencio.

"Vale", sentenció Felspring.