"Te he ganado limpiamente", dijo Cayde. "Nunca...".

Levantó la mano y movió un dedo bajo la nariz de Shaxx.

"... intentes ser más rápido que mis Armas Doradas".

Dos niños pasaron a la carrera, riendo.

Shaxx meneó la cabeza lentamente. "Fue un error táctico. No volverá a pasar".

"Lo que pase la próxima vez da igual. Hoy has perdido, así que me debes una".

El titán miró al cazador apretando los puños, pero no dijo nada. Cayde lo ignoró y volvió la mirada a un desolado campo de tierra, con grandes rocas. En él había una multitud de niños. Gritaban y rugían alborozados, persiguiéndose unos a otros. Un número mucho menor de adultos supervisaba aquel caótico mar de personitas.

"¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?", preguntó Shaxx.

"En la Ciudad hay niños. Niños que deben quedarse dentro de zonas designadas como seguras". Los dos guardianes contemplaron cómo un muchacho trepaba a la roca más grande del campo, de algo más de un metro de alto, y aullaba a pleno pulmón. "Como es natural, se ponen un poco inquietos. Todos los meses, sus padres los traen a este campo, que ni siquiera tiene nombre, para que se desahoguen. Es mejor que se peleen a que se pongan a trepar por las murallas".

Shaxx los miró.

"Así que... Vas a elegir a dos", le dijo Cayde.

Shaxx volvió su mirada hacia él. "¿A dos qué?"

"A dos de esos mocosos. Vas a elegir un equipo de dos y los vas a entrenar en este... deporte que juegan aquí. Es una especie de torneo. Tú eres un experto en esas cosas".

Shaxx examinó el campo.

"Esto es ridículo", concluyó.

"Hoy vas a decir eso más de una vez, pero tú eres el que ha perdido y ahora me debes una. Así que tendrás que hacerlo".

"Puedo pagarte lumen. El equivalente a dos partidas del Crisol. ¿Por qué me haces perder el tiempo con niños?".

Un crío pasó corriendo y saludó a Cayde mientras Shaxx hablaba. Cayde levantó el pulgar en respuesta.

"Me gusta fastidiarte. Además, te sorprenderían las cosas que pasan aquí y que solo saben esos granujillas".

Debajo del casco, Shaxx fijó la mirada en el rostro del exo.

"Corren muy rápido. Mira, sé que no es propio de ti, pero intenta mantenerlos intactos. Procuro que algún guardián que conozcan venga a visitarlos de vez en cuando. No has sido la primera elección de los chavales, ni siquiera la décima, pero esta semana solo he podido hacerte venir a ti".

Shaxx permanecía inmóvil, pero su furia era tan palpable como el calor de una llama. Cayde se volvió para marcharse, su capa ondeaba al viento. "Voy a hacer un montón de apuestas en el Crisol en tu ausencia".

"No te atreverás...", comenzó Shaxx, pero Cayde ya se había perdido en medio de un grupo de adultos que se marchaban.

Shaxx suspiró y volvió a mirar a los niños que se revolcaban en el campo. No tardó en decidir quiénes tenían el mayor potencial atlético. Dos chicas humanas, que se golpeaban con ramas mientras gruñían, parecían inmunes al dolor. Pasó de largo, entre la multitud, y por un momento varios adultos dejaron de supervisar a la chiquillería para mirarlo, estupefactos. Lord Shaxx se desplazó con agilidad entre la alborozada turba para ir hacia un árbol solitario en un rincón del campo. Una chica insomne y un muchacho humano estaban sentados a su sombra.

Cuando la silueta de Shaxx se proyectó sobre ellos, alzaron la mirada hacia él, sus ojos igual de brillantes. "¿Cómo os llamáis?", les preguntó. "Runa", dijo la insomne con cierto desdén. Le devolvió la misma mirada pétrea de la máscara facial de Shaxx. "Yo me llamo Lonwabo", dijo el humano, casi más como una pregunta que como una afirmación.

"Pareces aburrida, Runa", dijo Shaxx. "Y tú pareces preocupado, Lonwabo". Señaló al chico, que dio un respingo de sorpresa.

"Por lo que a mí concierne, eso indica que sois más inteligentes que toda esta pandilla", dijo el titán. "Ahora estáis conmigo. Necesito las reglas del enfrentamiento". Shaxx los miró y ellos le devolvieron la mirada. "Que alguno me las diga".

Ambos hablaron a la vez y Shaxx escuchó en silencio mientras le explicaban en qué consistía el juego: Los equipos de dos se lanzan orbes y se elimina a los jugadores alcanzados. Si ambos jugadores de un equipo son eliminados, el equipo sale del torneo y pierde su oportunidad de jugar en el campo.

"¿Cómo llamáis a este juego?", ¿Escaramuza? ¿Supremacía?" preguntó Shaxx.

"Balón prisionero", dijo Runa.

"Ya pensaremos en un nombre mejor. Seguid mis instrucciones y os llevaré a la victoria".

Shaxx llamó a uno de los adultos con un gesto.

"¿Lord... Lord Shaxx?", dijo el varón exo.

"Shaxx está bien". Solo les exigía el trato de "lord" a los guardianes. "Busca rivales para mi equipo. Y deprisa".

Shaxx llevó a Lonwabo y a Runa al campo y se arrodilló a su lado. Les agarró de los hombros, y con este gesto hundió un poco a los chiquillos. "Amigos míos. Si os matan, otros inferiores a vosotros os sustituirán. No luchéis por vosotros. Luchad por esos pobres diablos".

Lonwabo abrió la boca para hablar, pero en lugar de palabras le salió hipo.

Shaxx les dio la vuelta para que encararan el sol y el equipo al otro lado del campo. Estaba arrodillado tan bajo que tenía la cara a su misma altura. Los tres miraron a sus competidoras: dos chicas humanas de mirada penetrante, cuyos puños estaban cerrados con determinación. Detrás tenían a una adulta supervisora. Los ojos se le abrieron de par en par cuando reconoció a Lord Shaxx.

Runa bostezó y se frotó la cara, como intentando quitarse el sueño.

Shaxx susurró a sus nuevos tutelados. "Aplastadlos".