Los anillos de Saturno no son sólidos. Están compuestos de incontables motas de hielo y polvo, y la gravedad de Saturno y la de sus muchas lunas les dan la forma de dos anillos resplandecientes que circundan al planeta gaseoso.

O así era, hasta que llegó el Acorazado de Oryx. El disparo de su arma atravesó los anillos en dirección a la flota insomne que se interponía en su camino.

Los anillos de Saturno todavía dan vueltas. Tal vez algún día vuelvan a estar enteros.