Eres un caballero. Un antiguo guerrero de élite. La temible columna vertebral de la colmena. Has devastado mundos enteros.

Te han poseído.

Guarda la espada. Deja tu fusil largo. El combate todavía no ha empezado. La auténtica inmortalidad te aguarda.

¿Qué juramentos te obligan? ¿Qué te hace moverte por los largos siglos?

Temes a la muerte. Incluso cuando traes la nada a tus enemigos, incluso cuando recoges el tributo de tus acólitos, sabes que algún día tu fuerza será superada. Y tus siglos de matanza terminarán. Así que practicas tu guardia: levantas muros para protegerte.

Traicionas la lógica de la espada. Comprometes la totalidad de tu violencia. ¿Para qué proteger tu terreno cuando puedes tomar el del enemigo?

Tienes que convertir tu guardia en un arma.

Aquí tienes un cuchillo. Tiene forma de [no más miedo].

Coge el cuchillo. Deja de ocultarte. Adopta tu nueva forma.