Oryx estuvo en guerra con el Ecúmene cien años, al final de los cuales mató a su consejo en la Corona Fractal, y de su sangre surgió Xivu Arath, que dijo: "Soy la guerra, y me has conjurado de nuevo con ella".

Oryx quedó complacido, pues amaba a Xivu Arath. El Ecúmene gimió de dolor.

Entonces, Oryx y Xivu Arath combatieron contra el Ecúmene cuarenta años. Una vez transcurridos, Oryx dijo al Nido de Dakaua: "Escuchad. Tengo celos de mi hermana Xivu Arath. Ayudadme a matarla". Y, desesperados, aceptaron hacerlo.

Pero empujó al Nido de Dakaua a una trampa, y quedaron extintos. De sus cenizas surgió la astuta Savathûn, que dijo: "Soy el engaño, y me has conjurado de nuevo con él".

Oryx quedó complacido, pues amaba a Savathûn. El Ecúmene huyó al vacío.

Entonces, se enfrentaron al Ecúmene durante mil años y los exterminaron de forma tan absoluta que solo se les recuerda en este libro. En este libro y en la mente de Taox, que no fue hallada.

Y Savathûn dijo: "Rey Oryx, ¿cómo alimentaremos a nuestros gusanos? ¿Usaste mi plan?".

Oryx dijo a la colmena: "Soy el Rey de los Poseídos, y esta es mi ley".

Lacayos, cada uno de vosotros arañará, gritará y matará lo que pueda. Coged presas suficientes para alimentar a vuestro gusano y un poco más para crecer. Entregad el resto al acólito que os dirige.

Acólitos, liderad a vuestros lacayos en combate. Coged presas suficientes para alimentar a vuestro gusano y un poco más para crecer, y recibid el tributo de los lacayos que dirigís. Entregad el resto al caballero o a la maga que os dirige. Así pagaréis vuestro tributo.

Caballeros y magas, liderad a vuestros seguidores en combate. Tomad suficiente devastación para alimentar a vuestro gusano y un poco más para crecer, y recibid el tributo de vuestros seguidores. Tomad otra porción, tanto como queráis, y usadla para vuestros propósitos personales. Si es demasiado, vuestros iguales os matarán para cogerla. Después, entregad el resto al ascendiente al que servís.

Los ascendientes serán los miembros de la colmena que reúnan suficiente tributo para entrar en el inframundo. Pagarán tributo a los que tienen por encima.

Y así, el tributo fluirá, cadena arriba, de forma que Savathûn, Xivu Arath y yo seremos alimentados por un gran río de tributos, y usaremos las sobras para alimentar a nuestros dioses y para estudiar las Profundidades. De esta manera, los gusanos serán alimentados... mientras sigamos con nuestra cruzada.

Esta es mi ley. Y así la inscribo, en la ruina. Aiat.