Eris, Eris... Menudo nombre, un nombre que evoca discordia, un nombre para órbitas lejanas y frías donde ningún ser vivo se atreve a aventurarse. Me gusta ese nombre.

Deja que te haga un regalo, Eris. Deja que te hable del poder de la lógica de la espada:

Los trituradores o los fusiles largos son armas potentes, pero no matan de forma cíclica. ¿Comprendes? Infligen daño sin tomar nada a cambio. El proyectil desaparece sin dejar rastro. Una espada, sin embargo, es como un puente, un punto de cruce. La espada une al que la empuña con su víctima. Y cuando ese vínculo se rompe, la espada lo recuerda. Cuando el fuego del fusil largo se extingue dejando atrás solo una lluvia dispersa de axiones y neutrinos, la espada permanece, más hambrienta y afilada que antes.

Solo cuando entiendas que su mundo de pesadilla se sustenta sobre esta lógica de pesadilla, comprenderás por qué la espada ascendente tiene tanto poder allí. Cada vez que estemos necesitados de poder durante nuestra travesía, recuerda que en este lugar la mayor autoridad es una espada afilada por el uso durante eones.

Este es el mundo que anhela la colmena: un universo plegado en torno al filo de la espada más afilada.