Las mejores voces, las voces que importan de verdad, nunca dejan que se las oiga. Esa lección merece ser aprendida una vez tras otra.

Eternamente.

Tu voz se mueve como un susurro, murmurando en vientos mayores. Solo unos pocos de confianza pueden absorber lo que es necesario. Con sabiduría y astucia, tus instrucciones se posan, dejando solo la dulce y dura escarcha del entendimiento.
El camino está dispuesto. Tu voz se desata.