La lumbre aguarda en un nido de pequeños mundos, demasiado distante para compartir su calor, pero dirigiendo su mirada claramente hacia ti. Un rostro emerge, dibujado entre el plasma y la radiación...

Su rugido ha de significar algo.

Escuchas con atención y cuidado, y a veces parece que entre el ruido caótico se distingue una melodía coherente. Te entusiasmas y la primera esperanza desde hace mucho te transforma.

Parece importante, y hasta crítico, contarle a cada estrella desde aquí hasta la negrura de las galaxias que volverás a ser fuerte de nuevo.